Me corté las uñas y salí a la calle,
Me adentré en los médanos y deposité mi confianza a unos pocos metros de aquél extraño al que mamá o las noticias me hubieran pedido que evitara.
¿Y que pasó?
Volví a cantar con la garganta descubierta y no caí en cama,
Yendo de regreso, abracé un árbol y el loquero no me esperaba en casa cuando llegué.
Al final pude decir que lo mío era vida y no miedo, por lo menos por ese día.
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