(Acto I)
Un gato mira su espalda y se preocupa de su curvatura,
Mientras yo frente al espejo me miro las ojeras,
tras once horas de dormir.
(Acto II)
Otro día pasa, abro los ojos:
Me encuentro una lágrima
y el gato se ha despertado en un callejón,
A donde no recordaba marchar.
(Acto¿?)
Hemos estado viajando
y ni una sola vez nos fijamos si nuestro equipaje iba bien.
Hemos estado viajando
sin rumbo alguno,
con la mirada fija en los pies.
(...) (...) (...) (...)
No, doctor... Ni el gato, ni yo...
Ni siquiera el gato y su visión nocturna
han podido entender que rayos sucede en la oscuridad,
cuando la consciencia se echa hacia atrás.
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